La botella, el envase que cambió la historia del vino

La botella de vino permite almacenar y criar los vinos, pero ¿cuál es su origen?

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Durante el siglo XVII el vino empezó a convertirse en un producto más selecto, se comenzó a utilizar de manera diferenciada en celebraciones o banquetes, y las clases altas le dedicaron su atención a la vez que comenzaron a demandar una forma más sencilla de transporte y almacenaje.

Fue entonces cuando se creó uno de los elementos que cambiarían para siempre el vino: la botella de vidrio.

Desde los tiempo de Roma el vino era guardado en barriles. La aparición de la botella de vidrio permitió que el vino fuera almacenado de manera más práctica para llevarlo a la mesa.

Pero ¿cuál es el origen de la botella de vino? Para responder a la pregunta hemos consultado a los expertos de Verallia, empresa líder en el sector de envases de vidrio para bebidas y alimentación.

La aparición de la botella de vidrio fue revolucionaria, en aquella época fue considerada como una de la mayores innovaciones. Aunque en realidad se trata del resultado de siglos de avance que se inician en el siglo XIII cuando en Venecia se comienza a estudiar la composición y manipulación de este material.

Su aspecto inicial era más redondo que alargado, debido a que es más fácil obtener esta forma al tratar el vidrio soplado (técnica de la época).

Posteriormente, con la aparición del Champagne y los vinos espumosos, las propias necesidades de estos vinos obligaron a mejorar la técnica y fabricar botellas que pudiesen resistir la presión del gas carbónico, con lo que se empezaron a fabricar botellas más gruesas y de diferentes formas. A comienzos del siglo XVIII se empezaron a construir botellas más alargadas.

En aquellos tiempos todavía no se filtraba el vidrio, y sus impurezas hacían que fuesen de color verde o incluso oscuras lo que, por otro lado, favorecía la conservación del vino al permitir la entrada de menos luz.

En cuanto a su capacidad, tampoco existía tecnología para fabricarlas exactamente iguales, simplemente se consideraba que 1 kilo para el envase, entre vidrio y líquido, era un peso razonable para transportarla en la mano por una persona así que, descontando el líquido, las botellas de la época tenían una capacidad variable entre 700 y 800 ml.

En 1821 H. Ricketts & co. Glass Works Bristol patentó una forma de elaborar mecánicamente botellas de la misma forma, así nació la actual botella de vino.

Antes de la aparición del vidrio, el vino estaba muy expuesto al oxigeno y por lo tanto se debía beber muy pronto porque se oxidaban.

La botellas de vidrio permitían que los vinos fueran guardados durante más tiempo. La gente empezó a darse cuenta que por alguna razón olían y sabían mejor.

En el vino se producen unas pequeñas reacciones químicas, concretamente los ácidos y los alcoholes reaccionan descomponiéndose en esteres y aldehídos, y se desarrollan diferentes aromas conforme envejece el vino.

La maduración del vino se hizo popular entre la aristocracia mundial que lo guardaban en grandes cuevas para experimentar con el envejecimiento.

La gran mayoría de los vinos no mejora con el tiempo, muchas personas no lo saben, creen que cuanto más tiempo pasa está mejor.

Aunque existe un pequeño número de vinos que si mejora con la edad (se estima que el 1%), la mayor parte de vinos que llegan a tus manos en una botella, son para abrir y disfrutar.

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