Martes 10 de Octubre de 2023
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La viticultura siempre ha estado íntimamente ligada al clima y este año no ha sido la excepción. Las variaciones en las temperaturas y en los patrones de lluvia durante todo el ciclo del cultivo de la vid han llevado a los viticultores a enfrentar desafíos continuos.
Históricamente, el verano solía traer noches frescas, particularmente a partir de mediados de agosto. También eran comunes las lluvias ocasionales de julio y agosto. Aunque estas precipitaciones no eran abundantes, el aproximado de 20 litros de agua que caían del cielo era suficiente para satisfacer las necesidades de la vid, una planta que, a pesar de sus requerimientos limitados, ofrece excelentes frutos cuando se dan las condiciones adecuadas.
Sin embargo, este patrón ha cambiado en los últimos años. Durante el otoño anterior y a lo largo de la primavera del presente año, las lluvias han sido notablemente escasas. Esta deficiencia de precipitaciones ha afectado negativamente la brotación de la viña, resultando en una cosecha menos abundante y menos equilibrada.

A pesar de la tardanza, las lluvias hicieron su aparición a principios de junio. Aunque estos fenómenos meteorológicos pueden presentar desafíos, especialmente por las enfermedades fúngicas que pueden surgir debido a los excesos de agua, estas precipitaciones llegaron en un momento de avance fenológico para la vid. Como resultado, los viticultores tuvieron que acelerar sus labores en el campo para aplicar tratamientos fitosanitarios. Estas lluvias mitigaron el pesimismo prevaleciente en el sector y fortalecieron las expectativas sobre la salud y rendimiento de los viñedos.
Pero la calma fue efímera. Después de un breve período de temperaturas frescas, las olas de calor regresaron, afectando principalmente a las variedades blancas de ciclo corto como la Chardonnay, Sauvignon Blanc, Viognier y Moscatel. David Moreno, enólogo de Finca La Estacada, compartió que inicialmente esperaban comenzar la vendimia de estas variedades a mediados de agosto. Sin embargo, el intenso calor adelantó el proceso y comenzaron a cosechar la variedad Chardonnay el 10 de agosto.
Una vez finalizada la vendimia de las variedades blancas y después de enfrentar tres olas de calor, la bodega anticipaba iniciar la cosecha de variedades tintas de ciclo medio, como tempranillo y Syrah, en septiembre. Pero un nuevo episodio de altas temperaturas el 20 de agosto precipitó la cosecha de las parcelas más jóvenes de estas variedades. Estas plantas más jóvenes fueron las más afectadas por el calor extremo y la falta de lluvias.
Afortunadamente, septiembre trajo consigo nuevas lluvias, llegando a contabilizar hasta 60 litros por metro cuadrado. Aunque se tuvo que esperar aproximadamente diez días para reanudar la vendimia, las condiciones resultaron ser propicias para obtener tempranillos de excelente calidad, con un equilibrio perfecto entre grado, acidez y maduración polifenólica.
Finalmente, Bodegas Finca La Estacada concluyó la campaña de vendimia de uva tinta 2023 con una producción de 1.112.660 kilos, lo que representa un 30% menos en comparación con el año anterior. No obstante, la bodega tiene planeado presentar la nueva cosecha de tintos jóvenes en noviembre de 2023, seguido de sus tintos roble, crianza y reserva en fechas posteriores.
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