Miércoles 06 de Marzo de 2024
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Guillem Costa (COAC) y Sergio Fuster, CEO de Codorníu.
Codorníu, la bodega más antigua del país y creadora del cava, ha cedido más de 30 planos originales e inéditos de los arquitectos Josep Puig i Cadafalch y Lluís Bonet i Garí, discípulo de Gaudí, al Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC). Se trata de planos de gran valor histórico y artístico de los edificios modernistas de la bodega Codorníu en Sant Sadurní d'Anoia (Barcelona), proyectados por el arquitecto y construidos entre 1902 y 1915. Un conjunto considerado una joya del Modernismo catalán y reconocido como Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico Nacional.
El acto de cesión se ha celebrado hoy en la Bodega Codorníu con la presencia del alcalde de Sant Sadurní d'Anoia, Pere Vernet; el decano del COAC, Guillem Costa y Calsamiglia; y el CEO del grupo Raventós Codorníu, Sergio Fuster; y miembros de la asociación Amics de Puig y Cadafalch, entre otros. En su intervención, Fuster ha destacado: "Codorníu es mucho más que una marca, no es sólo la bodega más antigua de Catalunya y la creadora del cava. Codorníu es historia y cultura, y es nuestra responsabilidad preservar este valiosísimo legado."
Datados entre finales del siglo XIX y principios del XX, los planos muestran de forma inédita parte del conjunto arquitectónico de Codorníu, como la zona conocida como Celler Gran (espacio icónico del Modernismo catalán), el Porxo de les Premses y la casa familiar de Can Codorníu, donde los Raventós vivieron hasta los años 80. Pero, como pasa con otras obras de Puig i Cadafalch, también hay planos con propuestas que no se llegaron a construir nunca, probablemente por decisión de Manuel Raventós, que siguió el proyecto al por menor. Ahora, los documentos quedarán custodiados en el COAC y se podrán consultar de forma pública.
En 1898, en una comarca del Penedès que había quedado arrasada por los efectos de la filoxera, Manuel Raventós decide encargar una nueva bodega a Josep Puig i Cadafalch. Visionario y emprendedor, Raventós había dirigido la lucha contra la plaga junto con un grupo de propietarios denominados irónicamente los Siete Sabios de Grecia. Tras muchas pruebas, se habían plantado nuevos pies de cepa de procedencia americana que facilitarían el resurgimiento de la viña.
En este contexto, Raventós contacta con Puig i Cadafalch, a quien conocía de los ambientes políticos y sociales de Barcelona, para que proyecte una nueva bodega mucho más grande y de estilo modernista. Le encarga tres edificios: uno para vinificar (el majestuoso Celler Gran); uno para las prensas (hoy convertido en museo); y uno para la expedición y etiquetado, actual recepción. El arquitecto acepta el encargo, que ejecutarían constructores del Penedès, y empieza un intercambio de cartas entre los dos, muchas de las cuales se conservan en Can Codorníu.
Puig i Cadafalch proyecta un conjunto de edificios industriales modernistas con técnicas experimentales, como por ejemplo naves cubiertas con arcos parabólicos, vueltas de ladrillo, decoración de trencadís, vidrieras plomadas, pináculos ornamentales, etc. Manuel Raventós, a la vez, le traslada indicaciones funcionales, como las medidas de los andenes para facilitar la descarga de los carros, la inclinación necesaria para hacer que el mosto caiga a la bodega por decantación desde la sala de prensas, o la necesidad de que la sala de embotellar no tenga columnas para facilitar el trabajo y el movimiento de cajas. En 1900, de nuevo por carta, Raventós le reclama que empiece las obras de forma inmediata.
En 1907, mientras las obras de la bodega avanzan, Manuel Raventós decide construir una torre señorial porque la masía familiar, que también acoge las oficinas, se está quedando pequeña. Puig i Cadafalch, autor de la Casa Amatller o la Casa de les Punxes de Barcelona, le envía un presupuesto de 3.500 pesetas (conservado todavía en Can Codorníu) e inicia el proyecto.
Años más tarde, el crecimiento del negocio del cava fue tal que la bodega volvió a quedar pequeña. La familia Raventós, para mantener la armonía artística, encargó un nuevo edificio a Lluís Bonet i Garí (1930-1980), discípulo de Gaudí, que se convertiría en director de las obras de la Sagrada Familia. Más allá de su valor artístico, los 30 planos explican la historia de un legado, del compromiso de una familia por el arte y la cultura, así como el nacimiento y el crecimiento del sector del cava en nuestro país, ejemplificado con la bodega que lo creó: Codorníu.
Los planos de Puig i Cadafalch y Bonet i Garí se han conservado durante años en archivadores de dibujos en Can Codorníu, junto a cartas, fotografías de la época, carteles publicitarios y varios libros de contabilidad de la bodega. Coherentes con su propósito corporativo de operar de forma sostenible y responsable con la cultura, en 2016 Codorníu cedió ya un millar de fotografías inéditas de principios del siglo XX al Archivo Comarcal de l'Alt Penedès. Desde ahora, con esta cesión, los planos de Puig i Cadafalch y Bonet i Garí también quedarán preservados, digitalizados y accesibles para todo el mundo en el Colegio de Arquitectos de Cataluña.
Hace solo unos meses, la bodega fue distinguida con el Sello de Empresa Comprometida con la Cultura que otorga la Fundació Catalunya Cultura.
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