Miércoles 13 de Noviembre de 2024
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El barómetro de consumo de Circana, correspondiente al mes de septiembre de 2024, revela una evolución positiva en los principales indicadores del gran consumo en España. El informe destaca una situación marcada por un momento de menor inflación en alimentos, un crecimiento del PIB y una mayor renta disponible, factores que, junto a la ralentización de los precios, han impulsado la demanda en este sector clave.
En septiembre, la inflación general en España se redujo cinco décimas, situándose en el 1,5 %, la cifra más baja desde marzo de 2021. Este descenso se debe principalmente al abaratamiento de los carburantes, la electricidad y los paquetes turísticos. Además, el IPC de Alimentos y bebidas no alcohólicas también descendió hasta una tasa del 1,8 %, siete décimas menos que en agosto y 8,7 puntos por debajo de la cifra registrada el año pasado. A partir de octubre, se volverá a aplicar el IVA a los alimentos básicos, comenzando por un 2 % hasta diciembre, antes de situarse en el tipo superreducido del 4 %. Las consecuencias de esta medida sobre los precios de la cesta de la compra se irán observando con el tiempo.
En el sector del gran consumo, los precios siguen registrando un incremento moderado. En septiembre, el aumento fue de un 0,7% en comparación con el mismo mes del año anterior, una cifra muy inferior a los incrementos de dos dígitos que se vieron en septiembre de 2022 y 2023. El principal motivo de este ligero repunte se debe al área de comestibles, que registró una subida del 1,2%, mientras que los precios de los productos no comestibles experimentaron una caída del 1,7%.
La demanda en volumen de productos de gran consumo sigue mostrando un comportamiento positivo, con un crecimiento del 2,2 % en septiembre, continuando así una racha de más de un año de resultados mensuales favorables. Sin embargo, el departamento de bebidas fue la excepción, con una ligera caída del 0,5 %. Dentro de esta categoría, las secciones de zumos y bebidas alcohólicas como los espumosos y vinos fueron las que más decrecieron, registrando bajadas del 8,7%, 8,7% y 2,3% respectivamente.
A nivel acumulado, el buen rendimiento de septiembre contribuyó a una recuperación sostenida de la demanda, con un crecimiento del 3,7% en los primeros nueve meses del año respecto al mismo periodo de 2023 y una mejora del 4,1 % en el último año móvil. Hasta septiembre, el 79 % de las categorías de productos mostraron un aumento en la demanda, frente al 54 % que crecía el año pasado.
En términos de precios, el 60% de las categorías han experimentado aumentos este año, una cifra significativamente inferior al 96% registrado en 2023.
La Marca de Distribuidor (MDD) sigue avanzando en cuota de mercado y ya alcanza el 50% en valor en el último año móvil, creciendo un 9% en comparación con el año anterior.
Por último, el análisis por canales de venta muestra que el canal online y los supermercados grandes son los que presentan mejor evolución en volumen, con crecimientos del 17,4% y 9,3% respectivamente en el último año móvil. En cambio, el hipermercado es el único canal que muestra un comportamiento negativo, con una caída del 0,9% en el mismo periodo. Estos datos reflejan un panorama de recuperación para el sector del gran consumo, aunque con diferencias notables entre las distintas categorías y canales de distribución.
La caída en el consumo de vinos y espumosos en España, a pesar de la tendencia general al alza que refleja el informe en otras categorías de gran consumo, puede explicarse por varios factores interrelacionados.
En primer lugar, la situación económica y los cambios en los hábitos de los consumidores podrían estar afectando de manera específica al consumo de bebidas alcohólicas. A pesar de la mejora de algunos indicadores económicos, como el descenso de la inflación y el aumento de la renta disponible, la recuperación no ha sido uniforme para todos los sectores, y el consumo de alcohol suele ser más sensible a las percepciones de seguridad económica. Las personas pueden estar priorizando gastos en productos básicos y categorías que perciben como más esenciales, dejando a un lado el consumo de bienes más ocasionales o asociados a eventos sociales, como los vinos y espumosos.
En segundo lugar, el escenario social y cultural también juega un papel importante. El cambio en las dinámicas de socialización, impulsado por la normalización del teletrabajo y la preferencia por actividades domésticas, podría estar limitando el consumo de estas bebidas, que tradicionalmente se asocian a celebraciones o momentos especiales fuera de casa. Las reuniones familiares o de amigos pueden haberse reducido, o bien las preferencias de consumo en esos encuentros pueden estar cambiando hacia alternativas no alcohólicas, como las bebidas vegetales o los productos de 4ª y 5ª gama, que han registrado aumentos notables.
La preocupación por la salud y el bienestar también influye en el descenso del consumo de alcohol, una tendencia que se ha acelerado en los últimos años. Cada vez más personas optan por opciones más saludables, y esta concienciación está impulsando el crecimiento de bebidas sin alcohol o alternativas como las bebidas vegetales. La caída en el consumo de zumos y espirituosos refleja este cambio de hábitos, en el que se busca reducir la ingesta de azúcar y alcohol.
Finalmente, los precios de los vinos y espumosos también podrían estar afectando al consumo. Aunque los precios de estas bebidas no han registrado incrementos tan marcados como en otros productos (como el aceite de oliva o el chocolate), es posible que todavía se perciban como productos de lujo o no esenciales. Esto puede haber reducido la demanda, especialmente en un momento en el que los consumidores siguen buscando opciones más económicas y ajustadas a sus presupuestos.
La industria vitivinícola debería estar especialmente atenta a los próximos movimientos del mercado para evaluar si esta caída en el consumo se mantiene o si se trata de una situación puntual. Es recomendable que los productores y distribuidores analicen con detenimiento si las medidas recientes, como la reaplicación del IVA en los alimentos básicos y el impacto económico general en los hogares, podrían influir de forma duradera en el comportamiento de los consumidores. También sería prudente explorar nuevas estrategias, como diversificar su oferta con productos sin alcohol o ediciones limitadas, para adaptarse a las preferencias cambiantes. Si la tendencia persiste, podría ser un indicio de un cambio estructural preocupante en los hábitos de consumo a largo plazo, lo que requeriría acciones más profundas en términos de marketing y desarrollo de producto.
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