Martes 20 de Mayo de 2025
Leído › 1688 veces
Si algo se queda conmigo tras estos tres días en Castilla-La Mancha, es su gente.
Esa gente de trabajadores silenciosos. De hombres y mujeres que comenzaron en el vino para llevar pan a casa.
Que hoy siguen luchando, sin grandes titulares, por un producto que habla de ellos, de su identidad, de su forma de entender la vida.
Son ellos los verdaderos héroes de este viaje.
Hombres y mujeres que han hecho grande a España con su esfuerzo callado.
Que forman parte de esa cultura del vino que, aunque a veces olvidada o infravalorada, es la que sostiene la estructura de un país.
A veces —y os lo dice quien se perdió en Puertollano— hay que desviarse del camino para entender la esencia de un lugar.
Castilla-La Mancha me ha enseñado que aquí, en estos pueblos que huelen a uva y a trabajo, hay mucho más que vino.
Aquí hay fe.
Aquí hay pasión.
Aquí hay vida.
Porque entre destilados honestos, cooperativas resistentes y bodegas que son auténticos templos, encontré algo que va más allá de cualquier copa: la verdad del vino sencillo y la grandeza de su gente.
Llegar a Socuéllamos no fue fácil.
Aún tenía frescas las huellas de mi pequeña odisea por tierras manchegas (que ya os he contado). Pero cuando, por fin, pude sumarme al grupo de compañeros de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino, la recompensa estaba clara: comenzaba un viaje que iba más allá de bodegas, copas y catas.
Comenzaba un viaje para comprender.
Enseguida me di cuenta de que este recorrido no iba solo de nombres, ni de premios, ni siquiera de etiquetas. Aquí el relato era otro. Era el relato del esfuerzo, de la tierra, de la autenticidad.
Porque Castilla-La Mancha —tan grande como a veces desconocida— sigue siendo para muchos consumidores un territorio casi invisible.
Pocos saben que en estas viñas se cultivan sueños. Que aquí nacen destilados que son más que bebidas alcohólicas: son productos nobles, honestos, arraigados.
Y que aquí, hacer un gran destilado no es tarea fácil. Para lograrlo, es necesario partir de vinos de altísima calidad. Vinos sin defectos, vinos sin aristas, vinos limpios que respeten el origen. No vale cualquier vino para destilar, y eso es algo que descubrí con humildad en estas tierras.
Los destilados —como los vinos— son cultura. Y son verdad.
En este viaje, uno de los elementos que más me impactó fue el papel fundamental que siguen teniendo las cooperativas.
Siempre he dicho que son como esas viejas mecedoras que aguantan el paso del tiempo: han sostenido, sostienen y sostendrán a muchas familias y a todo un sector.
Algunas han evolucionado de forma ejemplar. Otras siguen peleando día a día. Pero lo que es innegable es que son el músculo del vino manchego.
Son barcos con muchos capitanes, sí. A veces es complicado gobernar cuando todos quieren llevar el timón. Pero cuando el viento es favorable —y aquí, creedme, lo es—, esas embarcaciones avanzan fuertes, seguras y competitivas.
Lo he visto con mis propios ojos.
Cooperativas que superan a muchas grandes empresas en calidad y en capacidad de adaptación al mercado.
Ejemplos vivos de que lo colectivo puede ser también sinónimo de excelencia.
El programa era amplio. Intenso. Y no solo porque el reloj marcara cada visita, sino porque cada lugar dejaba huella:
Destilería ALVISA, donde el arte del destilado se convierte en precisión y respeto.
CRISVE, donde la convivencia y el vino van de la mano.
Bodega Finca El Refugio, que nos abrió las puertas a sus viñedos y a su filosofía.
Pernod Ricard, referencia mundial que también se nutre de esta tierra.
Osborne Tomelloso, símbolo de historia y modernidad.
Virgen de las Viñas, que es puro músculo cooperativo.
Y, por supuesto, la Cueva Garcilaso, que nos conectó con la raíz más profunda de este paisaje.
Cada parada fue una lección.
Cada anfitrión, un libro abierto.
Y cada copa, un recordatorio de que el vino no solo se bebe... se vive.
A veces, hay que desviarse del camino para entender la esencia de un lugar.
Mi anécdota en Puertollano es el mejor ejemplo de ello.
Este viaje por Castilla-La Mancha me ha enseñado que aquí, en estos pueblos que huelen a uva y a trabajo, hay mucho más que vino.
Aquí hay fe.
Aquí hay pasión.
Aquí hay vida.
Porque entre destilados honestos, cooperativas resistentes y bodegas que son auténticos templos, encontré algo que va más allá de cualquier copa: la verdad del vino sencillo y la grandeza de su gente.
Y la historia continúa...Este viaje no termina aquí.
En los próximos días, en mi programa de radio y podcast Gourmet FM —que podéis seguir a través de Spotify, Apple Podcasts, iVoox y otras plataformas— tendré el honor de profundizar aún más en todo lo vivido.
Allí, a través de entrevistas en profundidad con algunos de los productores de vinos y destilados que visitamos junto a la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino, seguiré compartiendo historias, emociones y la verdad de estas tierras manchegas.
Porque si algo me apasiona es contar lo que se esconde detrás de cada copa.
Y como director, presentador y fundador de Gourmet FM, os invito a seguir este viaje conmigo.
Porque el vino —y su gente— merecen ser escuchados.
Leído › 1688 veces
Fundada en 2007, Vinetur® es una marca registrada de VGSC S.L. con una larga historia en el sector del vino.VGSC, S.L. con CIF B70255591 es una entidad inscrita en el Registro Mercantil de Santiago de Compostela, Boletín 181, Referencia 356049 en el Tomo 13, Folio 107, Sección 6, Hoja 45028, Inscripción 2
Email: [email protected] | Telf.: +34 986 077 611
Sede y oficinas en Vilagarcía de Arousa