Viernes 13 de Junio de 2025
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Miquel Oliver Vinyes i Bodegues es una bodega familiar de Mallorca que lleva más de cien años en activo. Cinco generaciones han trabajado en la empresa, transmitiendo una filosofía basada en la pasión por el vino y la mejora constante. Pilar Oliver, actual enóloga y responsable de la bodega, asumió el lema de su padre: “Hemos hecho de nuestro trabajo nuestra pasión”. Ella lleva cerca de treinta años al frente de la elaboración y ha presenciado grandes transformaciones en el sector.
La bodega ha vivido todas las etapas del vino mallorquín. Pilar Oliver explica que los cambios han sido muy profundos, tanto en las demandas del consumidor como en la forma de trabajar del bodeguero y el enólogo. Según ella, hoy se entiende que solo con una viña bien cuidada se puede obtener un vino de calidad. La evolución ha sido rápida y ha afectado a todos los aspectos del proceso.
Miquel Oliver Vinyes i Bodegues ha impulsado su propia transformación. El padre de Pilar, Miquel Oliver, fue pionero en lanzar vinos nuevos al mercado. Un ejemplo es el Muscat, primer moscatel seco comercializado en España. En 1993, este vino fue elegido mejor blanco nacional por la Asociación de Sumilleres, algo poco habitual para un vino mallorquín en esa época.
La bodega también creó Mont Ferrutx en los años sesenta, el primer vino embotellado y etiquetado en Mallorca. Este producto utiliza variedades autóctonas y está pensado para acompañar la gastronomía local. Otro vino relevante es Aía, que lleva el nombre de la madre de Pilar, maestra de profesión. La etiqueta simula caligrafía infantil y fue una apuesta arriesgada cuando se lanzó en 1999, ya que no era común emplear ese tipo de diseño ni colores.
El contacto directo con el consumidor es fundamental para Miquel Oliver Vinyes i Bodegues. Su principal mercado está en la isla y dedican muchos esfuerzos al turismo del vino con visitas privadas y personalizadas. Estas actividades permiten explicar sus vinos y acercar su historia a los visitantes. Pilar Oliver anima a los residentes a conocer las bodegas mallorquinas y descubrir su oferta.
La familia Oliver mantiene la tradición pero apuesta por la innovación. Las nuevas generaciones creen que no basta con seguir lo que hicieron sus antepasados; cada uno debe aportar algo propio a la historia de la bodega. Por eso, actualmente están cambiando sus vinos para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y a las preferencias del cliente actual.
La bodega trabaja sobre todo con variedades locales porque resisten mejor los cambios del clima. El objetivo es producir vinos más frescos, afrutados y ligeros, menos estructurados que antes. Según Pilar Oliver, el clima ya no es igual que hace diez años y los consumidores buscan productos diferentes. La adaptación constante es clave para seguir siendo una referencia en Mallorca tras más de un siglo de historia.
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