Vermut torero (tres toros)

La costumbre de compartir unos momentos de barra con compañeros-amigos a la salida del trabajo siempre ha tenido una legión...

Carlos Lamoca Pérez

Jueves 01 de Febrero de 2024

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La costumbre de compartir unos momentos de barra con compañeros-amigos a la salida del trabajo siempre ha tenido una legión de adeptos, no solamente en nuestro país sino en aquellos otros con similares culturas de ocio. Versiones "friends after work", tienen lugar prácticamente en todas las grandes ciudades europeas aunque quizá las más similares a nuestro  sean las vespertinas reuniones  "cichetti – bitter"  del norte de Italia.

En esta España de nuestros afanes hace ya tiempo que esta agradable costumbre se pudo practicar tanto de mañana como de tarde, pero los horarios europeos se encargaron de  poner las cosas en ¿su sitio? y ese momento diario quedó postergado a la tarde y, claro está, fines de semana y períodos vacacionales. Costumbre espaciada, si se quiere obstaculizada, pero nunca renunciada.

Concentrada la costumbre en días libres, la hora del aperitivo, otrora apenas media hora de mesa alta,  pasó a ser más intensa y por deseada, más gozosa. Basta darse una vuelta el fin de semana a mediodía por cualquiera de las zonas de tapeo y pinchos habituales del lugar.

Rebautizada pues como una costumbre de fin de semana y sin desechar sábados y domingos, queremos fijarnos en especial en ese viernes de catarsis (que no de dolores, precisamente) en el que se cierra la semana de nuestros afanes y se abre la puerta de la plaza para que las cuadrillas saluden al respetable y sin más dilaciones, comiencen la faena. El viernes del Vermut torero. Un vermut, largo,  largo, que banderillea lo mejor de cada barra sin medir el tiempo más que para despreciarlo. Largo como la tarde que uno quiera alargar. Para, invariablemente y al final de ese paseíllo gozoso, cortar las dos orejas de la monotonía laboral y salir a hombros.

El ritual es abierto. No podía ser de otra manera. Caminando entre barra y barra, ofrece una alternativa mucho más divertida, por informal, al convencional "primero, segundo y postre". El momento en que comer-merendar-cenar de aperitivos (todo seguido),  se convierte en alegría de vivir. En alegría de compartir las mesas altas de esos bares donde tan fácil resulta psicoanalizarse con los amigos, donde todo se goza y todo se resuelve.

El fenómeno es imparable. Como todo fenómeno lúdico impulsado por gente joven, gente trabajadora y desinhibida con alegría de vivir y más aún, de convivir. Por gente torera. Por gente que se pasa la semana dedicada "full time" a su trabajo y que no quiere perder la oportunidad que le brinda el cierre del tajo profesional, para recuperar todo el tiempo que no ha podido estar vivo.

El mediodía del viernes abre las puertas a la posibilidad de volver el tiempo del revés. De recuperar lo que, realmente era la vida antes de la hipoteca. Es hora de parar el carro de la rutina y acomodarse a otra forma de ver la vida, recuperando aquello que es uno de los hitos gastronómicos más gratificantes de nuestro  sistema de comidas, cual es el aperitivo. Vermut torero. Torero, por valiente, por alegre, por muy nuestro. Cierto es que las fuerzas del "primero, segundo y postre" sigue y seguirá estando ahí. No hay problema en que coexistan ambas pero sería poco razonable obviar lo obvio: Que la gente joven tiene otros planes.

Solamente una sugerencia final: Mejor tres toros que seis. El trago largo puede que sobre (que sobra en muchos casos).  Mejor unos abrazos y a casa. A la familia que, muy probablemente, estará pendiente de que llegues a una hora decente.

Podemos ganar. Todos.

Carlos Lamoca Pérez
Inspector de Hacienda del Estado.
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