Miércoles 30 de Julio de 2025
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La vendimia de 2025 en España se presenta con una producción moderada y un ligero aumento respecto a la campaña anterior, según las primeras estimaciones de las principales organizaciones del sector. Cooperativas Agro-alimentarias de España, ASAJA y la Interprofesional del Vino (OIVE) han hecho públicas sus previsiones en los últimos días de julio, mostrando un tono de cautela ante las adversidades climáticas que han marcado el ciclo del viñedo.
Las cifras iniciales sitúan la producción nacional de vino y mosto entre 37,5 y 38 millones de hectolitros. Esta cantidad supone un pequeño incremento frente a los 36,8 millones de hectolitros registrados en 2024, según datos provisionales del Ministerio de Agricultura, y se aleja de la baja cosecha de 2023, que quedó en 32,4 millones. De confirmarse estos datos, la vendimia se acercaría a la media de los últimos cinco años, aunque todavía estaría algo por debajo de un año considerado normal en España.
Fernando Ezquerro, presidente del consejo sectorial vitivinícola de Cooperativas Agro-alimentarias, ha explicado que esta previsión es preliminar y está condicionada por el retraso en la maduración de la uva y por las incidencias climáticas sufridas durante el ciclo. ASAJA también prevé una campaña más generosa que las dos anteriores, aunque sin aportar cifras concretas. La organización agraria recuerda que la producción final dependerá del clima en las semanas decisivas antes de la recolección.
A nivel regional, Castilla-La Mancha, que representa entre el 50% y el 60% de la producción nacional, espera alcanzar unos 24 millones de hectolitros, lo que supondría un aumento del 5% respecto al año pasado. Provincias como Cuenca o Albacete podrían registrar incrementos cercanos al 10%. Sin embargo, otras zonas han sufrido caídas importantes: Montilla-Moriles (Córdoba) prevé una reducción del 40% en su cosecha debido a la sequía y al ataque severo de mildiu; en la Comunitat Valenciana se estima una merma del 30%, especialmente en comarcas interiores como Vall d'Albaida o Utiel-Requena.
En cuanto a la calidad esperada de la uva, tanto productores como técnicos coinciden en que las perspectivas son buenas si el clima acompaña durante las próximas semanas. Las lluvias primaverales han favorecido una brotación vigorosa y han permitido recuperar parte del viñedo dañado por años anteriores de sequía. En Castilla-La Mancha se observa un estado sanitario óptimo y un buen equilibrio entre azúcares y acidez en las uvas. No obstante, el sector insiste en que todo dependerá del tiempo durante la maduración final: temperaturas extremas o lluvias intensas podrían alterar tanto el volumen como la calidad.
La campaña ha estado marcada por varios factores climáticos adversos. La sequía persistente tras un invierno seco ha limitado el desarrollo vegetativo en muchas zonas. El inicio del verano trajo olas de calor con temperaturas muy altas que han acelerado o retrasado la maduración según la región. Además, desde mayo se han registrado tormentas con granizo que han causado daños localizados en viñedos de Castilla-La Mancha, Aragón, Cataluña, Castilla y León y La Rioja. Estos episodios han obligado a descartar parte de la uva dañada.
Las enfermedades fúngicas también han tenido un papel importante este año. El mildiu ha afectado con fuerza a regiones como Andalucía (especialmente Montilla-Moriles), La Rioja, Galicia y partes de Castilla y León. En muchos casos los tratamientos habituales no han sido suficientes y se han producido pérdidas notables. Por contraste, en Castilla-La Mancha la incidencia ha sido baja gracias a condiciones más secas durante las fases clave del ciclo.
Otro factor que ha complicado el trabajo en el campo ha sido el daño causado por fauna salvaje. En algunas áreas rurales se han reportado daños por conejos, jabalíes e incluso caracoles alimentándose de brotes tiernos y racimos bajos. Aunque este problema es menos generalizado que los climáticos o sanitarios, ha agravado la situación en fincas ya debilitadas.
Las organizaciones sectoriales insisten en que estas previsiones deben tomarse con prudencia hasta que termine la recolección. Cooperativas Agro-alimentarias subraya el retraso generalizado del cambio de color (envero) respecto al año pasado y señala que las lluvias puntuales han ayudado a mantener el vigor del viñedo donde más falta hacía. ASAJA recalca que quedan semanas críticas por delante y pide precios justos para los viticultores ante los mayores costes asumidos este año.
La OIVE no publica cifras oficiales pero sigue atentamente la evolución del sector. En su última jornada sectorial puso en valor el peso económico del vino para España e insistió en planificar la producción priorizando calidad sobre cantidad para mejorar el posicionamiento internacional. La organización apoya medidas como destilación puntual o cosecha en verde si fueran necesarias para ajustar oferta y demanda.
El Ministerio de Agricultura no ha difundido aún una previsión oficial para esta vendimia pero confirma los datos recientes: cerca de 36,8 millones de hectolitros producidos en 2024 y poco más de 32 millones en 2023. El ministro Luis Planas ha descartado medidas drásticas como arranques masivos de viñedo –como sí hará Francia– gracias a una producción moderada y a otras herramientas para gestionar el mercado.
A fecha 31 de mayo las existencias nacionales se situaban en 33,8 millones de hectolitros, un millón menos que hace un año. Esta reducción ayuda a absorber mejor la nueva cosecha prevista para este verano-otoño. En zonas como Lanzarote se espera mantener precios similares a los del año pasado (entre 3,5 y 3,6 euros por kilo), aunque todo dependerá finalmente del volumen recogido y su calidad.
El balance provisional muestra una vendimia marcada por retrasos fenológicos e incidencias meteorológicas muy diversas según cada zona productora. Mientras algunas regiones esperan recuperarse tras dos años difíciles por sequía, otras sufren caídas importantes por enfermedades o falta de agua. El sector mantiene la vigilancia sobre cómo evolucionará el clima hasta finalizar la recolección para confirmar si se cumplen estas primeras estimaciones tanto en cantidad como en calidad.
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