La nueva normalidad en el sector del vino

David Manso

Lunes 25 de Mayo de 2020

Tras el parón la incertidumbre, después llegaron las redes sociales, los directos y las ofertas online como salida ante la caída de ventas. Tras el desconfinamiento una nueva etapa con nuevos retos.

Algunas cosas han permanecido igual, un buen puñado han cambiado, y otras sencillamente desaparecerán. La crisis de la covid-19 arrasa temporalmente con los sectores productivos, y el vino no escapa a ello. Dos meses de confinamiento han revolucionado este sector. Los esfuerzos que bodegas y distribuidores venían haciendo hasta entonces por promocionar el vino se vieron en gran parte anulados. El cierre temporal del sector horeca tambaleó los canales de distribución de tal manera que llegó a dejarles KO, un fatídico e inesperado golpe suficiente certero como para ponerlo contra las cuerdas. La reacción no se hizo esperar. Adaptarse o morir. Las bodegas entonces orientaran todos sus esfuerzos en alcanzar al consumidor final.

Un consumidor obligado a modificar en parte sus hábitos de consumo que los traslada a los hogares dejando las barras y mesas de restaurantes para tiempos futuros. Las ventas de las bodegas caen en torno al 60% y el objetivo primordial es paliar la caída y recuperar parte de ese mercado. Las ofertas se suceden, se incrementan los descuentos, el foco se dirige a los hogares. Lo que empezó con portes pagados ha llegado a cifras del 15%, el 25% de descuento, e incluso en algunos casos de hasta del 50%. La cuestión es sacar vino y hacer liquidez, por lo que pueda venir. Las redes sociales se presentan como la mejor opción. Directos que buscan dar visibilidad al vino. Instagram lo peta mientras otras redes la siguen con una menor influencia. El sector del vino se reestructura para adaptarse a los nuevos tiempos.

Pasan las semanas, empiezan los desconfinamientos, las horas interminables ante las pantallas se van reduciendo. Las terrazas de bares van abriendo ante un público deseoso de socializar, de tomarse un vino o cerveza en compañía disfrutando al aire libre fuera de las cuatro paredes opresoras de los meses de confinamiento. El sector horeca arranca motores lentamente pero con muchas ganas. Un arranque a muy bajo gas, donde la distancia social y las medidas de seguridad reducen el número de clientes. Menos es nada, pero es un comienzo, un clavo ardiendo al que el sector del vino debe agarrarse para ir recuperando este mercado. Esta nueva situación es incierta, los hasta ahora esfuerzos proyectados en redes sociales que no entendían de horarios han de adaptarse nuevamente, y de forma temporal, a los nuevos hábitos. La hora del vermú y las anteriores al paseo de las ocho de la tarde son las elegidas. Instagram lo sigue petando.

Según avancen las fases las ofertas se irán reduciendo, seguirán decayendo hasta que el desconfinamiento total con la vuelta a bares y restaurantes las anule. Unos locales que verán reducido su número. Toda crisis se cobra sus víctimas. La distribución recuperará su espacio y las bodegas se olvidaran, por lo menos de una forma tan explícita y directa, del consumidor final y seguramente redirijan sus ofertas al tan necesitado canal horeca. Es época de volver a los tradicionales canales de distribución. Parte de la población, y con ello el consumidor de vino, tiene miedo, incertidumbre, reclama seguridad y tardará en recuperarse la confianza. La economía es en parte y se basa en la confianza, no lo olvidemos. El tiempo será quien logre recuperarla. Los directos y presentaciones virtuales quizás perduren una temporada, pero seguramente la vuelta a la vida en la calle y a la rutina del día a día terminen con esta moda tan necesaria en la época de confinamiento.

El enoturismo es otro de los valores a tener en cuenta

Este año la campaña de verano se presenta complicada. Las diferentes zonas de costa establecerán sus normas para el baño que en ocasiones llegarán a ser por turnos, las  playas parceladas en estrechos cubículos y exentas de los tradicionales paseos al borde del mar. Los hoteles impondrán unas estrictas normas a los huéspedes para preservar la seguridad (turnos de comida, las actividades en grupo suspendidas, piscinas con aforo limitado, el uso de las instalaciones también limitado...etc.). No quiero ser pájaro de mal agüero pero la situación en destinos de playa pinta algo complicada. Y es aquí donde las zonas de interior ganan más fuerza, donde el enoturismo es una muy buena opción. El uso del vehículo particular, grupos reducidos en visitas y experiencias en bodega, paseos entre viñedos, todo ello junto a la tranquilidad y seguridad que ofrecen los pueblos que rodean las zonas de producción viticultoras. Un turismo cultural, gastronómico, de ruta, alejado de aglomeraciones donde el sector del vino tiene una buena oportunidad de recuperar parte del camino perdido. De cada crisis dicen que nace una oportunidad y quizás sea esta. Un clara apuesta por fortalecer el enoturismo.

David Manso
Licenciado en Marketing y apasionado del vino.

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