José Peñín
Viernes 31 de Mayo de 2024
Las distintas crisis solo han servido para reajustar los precios en los segmentos medios y mejorar la calidad de los vinos de abajo. Mientras tanto, los vinos con precios estratosféricos se mantienen porque su misión tiene otro soporte y otros fines más encaminados a las relaciones sociales, siempre que la marca sea mítica y con notorio prestigio. No obstante, en lo que respecta a los vinos españoles, no todos tienen la fama y reputación mundial que merecerían en comparación con sus homólogos extranjeros.
La pregunta más simple que me suelen formular es si un vino de 300 euros es treinta veces mejor que uno de 10. Siempre se cuestiona que la calidad esté a la altura del precio o viceversa. En cambio, nadie impugna el que un reloj Cartier cueste 22.000 euros o que un traje de Brioni 4.000, porque pesa la marca sobre todas las cosas y su reputación nace de una calidad incuestionable. Uno que, modestamente, ha bebido todo lo caro y lo barato que circula por el mundo, reconozco que siempre he experimentado una cierta emoción y expectación cuando se descorcha una botella de este género. Y más si pertenece a una insigne cosecha. A mí especialmente no me mueve a comprar una botella por lo que eso supone para mi bolsillo, incluso si tuviera invitados en casa capaces de apreciarla. En cambio, podría hacer un esfuerzo en adquirirla si tuviera que obsequiar a una persona trascendente para mí, pero sin compartirla con él, con la intención de que la descorche en su casa y busque para la ocasión un momento señalado. Este vino necesariamente debe tener la fortuna de contar con un prestigio y notoriedad que posean pocas marcas. Para "justificar" precios tan elevados en cualquier producto es fundamental que, además de prestigio, tenga fama, acordémonos de los relojes, trajes y coches. Es posible que nuestros mejores vinos posean prestigio, pero carecen de fama en el mercado internacional.
A estos valores hay que añadir el concepto de "vino mítico". Un ejemplo es Vega Sicilia, que lo es en España pero no tanto fuera. En cambio, Pingus y L'Ermita cuestan el triple que VS, pero no sobrepasan las 3.000 o 4.000 botellas de producción, cuando los Sicilia alcanzan las 75.000 botellas. Este hecho me recuerda las razones por las cuales hay vinos que, sin gozar de un prestigio histórico, alcanzan precios superiores a los 1.000 euros la botella. Vaya por delante que cada uno es libre de poner el precio a su producto porque habría situaciones y estrategias distintas. En la mayoría de los casos el precio tan elevado es un filtro para retardar la venta ante el escaso número de botellas, como las limitaciones del espacio de una parcela o una solera de apenas 2 o 3 botas. Estamos hablando de producciones entre 500 y 1.000 botellas que, en muchos casos, representan un elemento de prestigio para obsequiar a los mejores clientes de la bodega.
La calidad de estos vinos es incuestionable. Muchos vinos con la calidad y puntuaciones semejantes son mucho más baratos, pero esto es otra liga.
Gracias a la precisión y mayor número de marcas de la base de datos de la Guía Peñín, he aquí el ranking de los vinos más caros de España reseñados en la edición 2024 de la Guía. He seleccionado las etiquetas a partir de los 800 euros. No incluyo a los vinos generosos, que en su mayoría son de minúsculas producción.
Añado el "valor social" de cada vino a nivel mundial, que suele ser rubricado en las subastas mundiales de los vinos.
Un vino complejo, lleno de matices inesperados para un tempranillo de la Ribera del Duero. Tiene una elegancia y complejidad que en nada reflejan los rasgos de los vinos de la zona. En 2014 costaba la mitad.
Valor social: Todavía no alcanza el valor social de sus equivalentes extranjeros. Un vino muy inaccesible, lo que lo convierte en pieza codiciada entre los buenos y escasos aficionados españoles.
Un vino espectacular por lo que tiene que ver con la elegancia y complejidad poco común en un vino del priorato. El precio de la cosecha 2011 en 2014 era de 990 €.
Valor social: Su condición de "mito contemporáneo" lo identifica entre los minoritarios compradores planetarios que conocen los vinos españoles.
Conjuga la potencia, complejidad y elegancia incluso, como algo insólito en un vino de Toro.
Valor social: No tiene todavía el valor social y solo el gran aficionado podría mostrar un interés enológico. Un precio arbitrario que no se ajusta al prestigio de la zona y a nivel mundial es desconocido. El precio en 2014 era 900 €
Es la única mencía del Bierzo que posee unos rasgos no atribuibles a esta variedad. Sobresale la sutilidad, mineralidad y elegancia de quien sabe elaborar y lograr un retrato de una cepa fruto de un suelo excepcional. 770 € la cosecha 2011 en el año 2014.
Valor social: Solo para los muy entendidos o para los que conocen los vinos españoles, además del plus que significa Álvaro Palacios.
El mejor representante del misterioso suelo soriano rico en complejidad y elegancia. Un desmarque de Bertrand Sourdais en un ribera de Soria buscando la notoriedad del elevado precio habida cuenta de la minúscula producción.
Valor social: solo para los potentados curiosos que busca lo exótico para impresionar.
Un tinto que recoge la tradición de mezclar cosechas como se estilaba en la Rioja hasta principios de los ochenta. Un vino con un caudal de sabrosidad, con los valores exquisitos de las especias y evolución oxidativa sin mermar su condición primaria. Una refinada crianza en roble.
Valor social: Diferenciarse en precio con los demás de la casa con el pretexto de la novedad del ensamblaje de añadas. Un vino difícil para comprarlo por su precio.
José Peñín