Javier Campo
Lunes 02 de Agosto de 2021
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Quizás, el destino vacacional por excelencia es la playa. De hecho, es donde más oferta hotelera hay, aunque ahora esté como esté. Las vacaciones de un mes han dado paso a las vacaciones de una quincena o una semana, bien por motivos económicos o bien por motivos de trabajo. Y, durante las vacaciones se toma al pie de la letra lo de "un día es un día" y salimos a comer y cenar por aquí y por allá.
Estamos en la costa y, los restaurantes, mayormente, suelen ofertar arroces, pescados y mariscos. Algunos, reafirmándose en la frescura y proximidad del producto, aunque los chipirones sean de Taiwán. Pero ese, es otro debate. La oferta está ahí y tenemos una deliciosa, rica y variada gastronomía. Y, desde luego, tenemos una oferta vitivinícola igual de rica y variada.
Aunque hay veces que las cartas de vino estén descompensadas respecto a las cartas de comidas, podemos encontrar opciones para maridar los platos elegidos con vino u otra bebida. Curiosamente, el binomio veraniego paella y sangría no solo lo utilizan los turistas extranjeros. Mucho turismo nacional, cae en la fórmula "porque es lo que toca en verano, ¿no?". Las versiones con espumoso en lugar de con tinto dan un "toque sofisticado"...
Es muy recomendable, el poder elegir un vino espumoso para toda la comida, a modo de vino comodín. Los vinos espumosos, como ya hemos dicho en muchas ocasiones, son muy versátiles a la hora de maridar y sirven prácticamente para todo. La acidez provoca salivación y ésta, estimula las papilas gustativas y con ello, percibimos los sabores en mayor medida. El carbónico es un buen conductor de los sabores y, además las burbujas tienen ese poder refrescante.
Otro clásico del verano es elegir un vino rosado. Me parece una opción fantástica, pero para todo el año. Podemos maridar con rosados muchos platos como los arroces, las ensaladas o las pastas. Los pescados y mariscos también funcionan bien con los rosados. Pero, por favor, no digamos eso de "como yo soy de tinto y tú de blanco, cogemos un rosado".
No es cierto que los pescados y mariscos no encajen con un tinto. Pero, hay que elegir bien. Hay tintos que tienen muy buena acidez y son frescos y que funcionan bien en invierno y en verano. Fresco no es meterlo en una cubitera con hielo. Y la temperatura ambiente tampoco es la que le toca al tinto. Por lo de los tópicos.
Dejar los blancos para el final quizás sea lo más obvio. Podemos jugar con blancos jóvenes, frescos y fáciles para entrantes y tapeos, y, tomar blancos con crianzas para esos platos con más contundencia como las calderetas, las zarzuelas o los pescados en salsa. Crustáceos o cosas a la brasa, van a estar más a gusto con un blanco pasado por madera. Y muy interesante, el poder tomar los vinos de la zona donde estas, porque ya sabéis que lo del maridaje geográfico suele funcionar muy bien.
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