Javier Campo
Lunes 13 de Diciembre de 2021
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Ya os hemos hablado en alguna ocasión de estos vinos oxidativos maravillosos que tienen, en ocasiones, madres o soleras de más de 100 años. Beberse un siglo en una copa es una experiencia extraordinaria. Podéis repasar su elaboración en Los desconocidos vinos rancios, por que hoy vamos ha hablar no de como se hacen sino para que sirven.
No hace mucho hablaba con Ramon Roqueta de las próximas tendencias para el 2022 y me comentaba que los vinos rancios estarían ocupando un papel destacado en el consumo. Y lo cierto, es que cada vez más gente está conociendo estos peculiares vinos que tienen el alma escondida en una vieja barrica, en el rincón de una bodega, pero cuando salen a la copa, brillan con luz propia.
Una de las "funciones" del vino rancio siempre fue servir de acompañamiento de pastas secas como los "carquinyols" elaborados con almendra. Se servían en una minúscula copita de cristal tallado en las tardes de invitados. Los rancios dulces se reservaban para acompañar los frutos secos con o sin miel del conocidísimo "music" a la hora del postre. Y como no, para cocinar. Sin embargo, las posibilidades de estos mágicos vinos son enormes y desde luego, mucho más amplias.
Es una auténtica delicia el maridar un buen filete de anchoa con un rancio seco. O dulce, por los contrastes. Pensemos un momento en algunas de las bases del maridaje. El vino rancio es seco, salino, muy aromático. Sabores y aromas interminables. Nos van a funcionar con productos puros como el queso curado, algunos bivalvos por los iodados. Elementos grasos como un buen jamón y un largo etcétera, amén de los mejores platos elaborados en la alta gastronomía de los estrellados restaurantes.
Os voy a recomendar cuatro de los últimos rancios con los que he disfrutado de manera espectacular en medio de un menú gastronómico maridado.
El primero es el Aureo Seco de Bodegas De Muller. Servido en Abarra Madrid por el gran Valerio Carrera. Luego nos vamos con el Efimer. Una joya descuebierta en Terra Alta en el rincón más insospechado de Celler Menesacal. Su nombre nos habla de las poquísimas botellas de esta pequeña barrica de tan solo 40 litros. El siguiente es una joya del Pla de Bages y que sale en ediciones limitadísimas. Se llama Sacristía C-1 y se elabora en la Masía Roqueta junto con otras maravillas escondidas y preservadas. Termino con el Antiga Casa Priorat Castell Montsant solera de 1888. Es el último que he probado y estas bebiendo más de un siglo de historia.
Si en Navidad tocamos alimentos que en otras épocas del año tienen un meno r consumo, no olvidemos que, para aperitivos, platos grasos, platos salinos, frutos secos, alcachofas u otras verduras complejas y todas esas cosas que no se os ocurre con que maridarlas, id a vuestro rincón de vinos favorito y elegid un rancio. Acierto seguro.
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