Vuelos largos: ¿Es seguro beber alcohol a bordo?

Alcohol en aviones afecta el corazón y el sueño, según un estudio

Martes 04 de Junio de 2024

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El consumo de alcohol en los aviones es una práctica común entre los pasajeros, especialmente durante los vuelos largos, donde muchos buscan relajarse y, en algunos casos, intentar conciliar el sueño. Sin embargo, un reciente estudio realizado en Alemania ha puesto de manifiesto los peligros que esta combinación puede tener para la salud, en particular debido a los efectos de la altitud y la presurización de la cabina.

La presión atmosférica disminuye significativamente con la altitud. Aunque las cabinas de los aviones están presurizadas para mitigar este efecto, el cuerpo humano experimenta una caída en la saturación de oxígeno en sangre, que ronda el 90% (73 hPa) en personas sanas. Este fenómeno, conocido como "hipoxia hipobárica", implica una reducción en el suministro de oxígeno a los tejidos corporales, lo cual puede resultar peligroso.

Al combinar esta situación con el consumo de alcohol, el riesgo se incrementa. El alcohol tiene un efecto relajante sobre las paredes de los vasos sanguíneos, lo que puede afectar la circulación y la oxigenación del cuerpo. Además, durante el sueño, la frecuencia cardíaca puede aumentar, lo que agrava aún más los efectos adversos.

El estudio llevado a cabo por el Departamento de Investigación del Sueño y Factores Humanos del Instituto de Medicina Aeroespacial de Alemania examinó específicamente esta combinación de factores. Publicado en la revista Thorax, el estudio advierte sobre los peligros potenciales para los pasajeros, especialmente aquellos con condiciones médicas preexistentes o mayores de edad.

Para realizar este estudio, se asignaron 48 personas de entre 18 y 40 años a dos grupos, diferenciados por edad, sexo e índice de masa corporal. La mitad fueron ubicados en un laboratorio del sueño en condiciones normales de presión a nivel del mar, mientras que la otra mitad se encontraba en una cámara que simulaba la presión de la cabina a altitud de crucero (2438 metros sobre el nivel del mar).

Doce personas de cada grupo durmieron durante cuatro horas sin consumir alcohol, mientras que otras doce lo hicieron tras ingerir alcohol equivalente a dos latas de cerveza o dos copas de vino. Se monitorearon continuamente el ciclo de sueño, la saturación de oxígeno en sangre y la frecuencia cardíaca de todos los participantes.

Los resultados mostraron que aquellos que estaban a altitud de crucero y habían consumido alcohol presentaron una caída en la saturación de oxígeno a un promedio del 85%, acompañado de un aumento en la frecuencia cardíaca a casi 88 latidos por minuto. Los que no habían bebido pero estaban a la misma altitud mostraron una saturación del 88% con una frecuencia cardíaca menor, de alrededor de 73 latidos por minuto. En contraste, los que bebieron alcohol pero permanecieron a nivel del mar mantuvieron una saturación del 95% y una frecuencia cardíaca de aproximadamente 77 latidos por minuto. Los que no consumieron alcohol y permanecieron a nivel del mar tuvieron los mejores resultados, con una saturación del 96% y una frecuencia cardíaca de alrededor de 64 latidos por minuto.

Además, los niveles de oxígeno por debajo de los estándares saludables se mantuvieron durante 201 minutos en aquellos que combinaron alcohol y la presión simulada de la cabina a altitud de crucero, comparado con 173 minutos en los que no consumieron alcohol bajo las mismas condiciones.

Otro aspecto medido fue la calidad del sueño. Para aquellos en la cámara de altitud que consumieron alcohol, el sueño profundo (etapa N3) se redujo a 46,5 minutos, y el sueño REM también fue más corto. Estas fases son fundamentales para la recuperación del cuerpo durante el sueño.

Los autores del estudio concluyen que la combinación de alcohol y sueño en condiciones hipobáricas representa una tensión considerable para el sistema cardiovascular y puede exacerbar los síntomas en pacientes con enfermedades cardíacas o pulmonares. También destacan que estos efectos pueden ser aún más pronunciados en personas mayores.

Ante estos hallazgos, los investigadores sugieren que se considere la restricción del acceso al alcohol a bordo de los vuelos de larga distancia para proteger la salud de los pasajeros. Asimismo, recomiendan que tanto profesionales como pasajeros y tripulación sean informados sobre los riesgos potenciales de esta combinación.

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