Martes 10 de Febrero de 2015
Conoce el lenguaje y la descripción que identifican las alteraciones en las propiedades organolépticas deseadas en el vino. Aprende a reconocerlos sin temor.
Se produce cuando el vino entra en contacto con el oxigeno durante demasiado tiempo. La “oxidación” del vino puede producirse durante su elaboración o después del embotellado.
El corcho de alcornoque, sigue utilizándose como la mejor solución para embotellar vinos que necesitan permanecer un tiempo en botella, aunque existe el riesgo de contaminación. Sucede cuando el vino entra en contacto con un corcho infectado por hongos, contaminado por TCA (tricloroanisol), pero también puede aparecer en otros utensilios o elementos de madera, depósitos y paredes.
El Dióxido de Azufre (SO2) es la sustancia química más utilizada en la elaboración del vino, que ayuda a prevenir la oxidación y estabilización del mismo. Sin embargo, si las cantidades han sido utilizadas en exceso, provoca aromas y sabores desagradables.
Crecimiento de levaduras o bacterias que provocan la apariencia turbia, las burbujas del vino, son el resultado de una segunda fermentación no provocada o intencionada en la botella. Se produce por una falta de esterilidad que provoca la presencia de microorganismos. Aunque en apariencia es un fallo del vino y pueda resultar desagradable, lo cierto es que son defectos inofensivos y el vino se podría consumir en muchos casos.
El vino es atacado por una bacteria llamada “Acetobacter“, por la ausencia de SO2, las bajas concentraciones de alcohol, la abundante presencia de oxigeno (si una botella permaneció abierta durante demasiado tiempo) y también, se desarrolla con facilidad en temperaturas altas.
Existen diversas causas, residuos de azufre utilizado en la piel de la uva, insuficiente clarificación de los mostos blancos antes de la fermentación o insuficiente aireación durante la vinificación.
Es un defecto de elaboración cuando el vino no ha sido bien estabilizados, el ácido tartárico no ha sido suficientemente tratado durante la vinificación. Es un componente natural que se encuentra en las uvas, y por lo tanto en el vino, que cristaliza cuando se vuelve muy frío, o si el vino es viejo. Los “cristales de ácido tartárico” no son perjudiciales ni para el vino ni para el consumidor, pero resulta desagradable o puede ser motivo de queja en un restaurante, ya que se hubiera podido evitar con una simple decantación previa.
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*Fuente de la imagen: Derek Gavey