Concierto en Do Mayor

Pasadas las elecciones catalanas, vuelven las tensiones financieras

Carlos Lamoca Pérez

Miércoles 31 de Julio de 2024

Compártelo

Leído › 474 veces

Pasaron las elecciones catalanas y vuelven las espadas financieras a estar en alto. Siguen insistiendo los nacionalistas en su demanda de pacto fiscal. Siguen callando los que esperan hasta ver que vientos traen los idus de Marzo. El concierto. El cupo. Un concierto que desconcierta. Un cupo que desocupa. Todo por culpa de una Constitución timorata que no dudó en rescatar del neolítico tributario unas formas medievales de organización impositiva que nada tenían que ver con el moderno Estado democrático que se intentaba crear. Un proyecto de concordia financiera que, entendieron los padres de la criatura, requería necesariamente del trágala fiscal, en pos de lograr que no se enfadasen aquellos que secularmente habían venido agitando la bandera de la redención. Craso error. Ni se contentaron, ni cejaron en su política de agitación de banderas y hechos diferenciales. Y como el medioevo persiste,  no ha de extrañarnos que, llegada la catástrofe del déficit bajo alfombras, aquella semilla de futuros agravios, ofrezca hoy, ésta sí, unos robustos y parece que bastante viables brotes verdes.

El agravio comparativo. Las deudas históricas. Las balanzas y los esfuerzos fiscales. Cosas pintorescas de esta nuestra España plural en la que, la diversidad en la unidad, sigue siendo la manifestación de un discurso político cada día más ramplón y anclado en el bla, bla, bla. Aburren, pero preocupan. Y preocupan porque, al fin, hemos comprendido que este barco se puede hundir. Porque, al fin, hemos detectado que cuando las cosas van mal, se recortan los sueldos o se cierran las fábricas. Porque, al fin, somos conscientes de que lo que no pagan unos, lo tiene que pagar el resto. Y que siempre, esa cuerda de "solidaridad", se rompe por la parte más débil.  Simplemente porque el principio de "lo mío, mío y lo de los demás, a medias" aplicado por exigencias electorales, trae estas desgracias.

El Concierto y el Convenio pusieron la primera piedra. No puede sorprendernos ahora el que, por fin se ponga sobre la mesa de un evanescente "consenso", el pacto fiscal que pretende el molt honorable. Otro concierto más, también en do mayor, con el que ambientar los privilegios de este país donde el que no tiene padrino sigue sin poder bautizarse. "Do mayor" de do ut des, de que te doy para que me des, de hoy por ti mañana por mí.

La inevitable búsqueda de apoyos parlamentarios para que la música siga sonando, propiciada por un nefasto sistema electoral donde quiebra escandalosamente la exigencia igualitaria del principio un hombre-un voto, ha dañado de tal manera el cauce fiscal común que resulta fácil abrir vías de agua que conduzcan el preciado líquido de la recaudación a nuestras/sus acequias. En detrimento de los canales del Estado opresor, claro está. Todo es bueno para el convento. Algo que, la moral patriótica, el victimismo, y la ética de pagar lo menos posible a quien nos coloniza, es irremediable que se incentive. Mal que nos pese.

Se nos va el tren de la igualdad. Corremos otra vez el riesgo de perder la comba de la normalidad democrática. La fragmentación fiscal incentiva el fraude, la deslocalización interesada, la desigual presión fiscal, la insolidaridad. La multiplicidad de administraciones tributarias dificulta el control, crea remansos fiscales que aprovechan la ingeniería fiscal y la deslealtad financiera. Los conciertos solo benefician a quienes disponen de financiación para mantener una orquesta filarmónica, nunca a los que se tienen que conformar con la banda municipal y el cornetín de órdenes. Si al final hay función, a ver como nos lo explican ahora estos maestros del donde dije digo, digo Diego.

Carlos Lamoca Pérez
Inspector de Hacienda del Estado.
¿Te gustó el artículo? Compártelo

Leído › 474 veces