Solana de la Bernarda, la pasión de una pareja por el vino

Carlos M. Montero

Lunes 22 de Julio de 2024

César Pimenta y Noelia González ponen en el mapa vitivinícola Alanís, en la Sierra Morena sevillana.

Decía Alejandro Fernández, fundador del Grupo Pesquera y uno de los artífice de la expansión de la Denominación de Origen Ribera del Duero, de quien tuve el privilegio de aprender que "en España (en la época) hay sesenta y cinco mil marcas de vinos... y todos son iguales. Lo que les diferencia es la historia que hay detrás de cada una" y estoy convencido que, en buena medida, tenía razón.

Soy amante de los vinos de poca producción aunque, como pueden suponer, no descarto nada. Cuando cato de forma "disfrutona" valoro el vino, pero añadiendo a ese momento una dosis justa de importancia a lo que hay detrás de cada botella, poniendo en valor la historia, como decía el bueno de Alejandro. Aún así, tanto en grandes producciones como en pequeñas, hay maravillas y autenticas pifias. "De todo hay en la viña del Señor".

Una de esas pequeñas producciones ha aparecido en la Sierra Morena de Sevilla. Bodega Solana de la Bernarda. Un proyecto que empezó de la más absoluta casualidad está posicionándose con fuerza dentro de un mercado complicado como es el de los vinos de Sevilla. Una zona de producción, la de esta sierra, que se remonta a los siglos XV y XVI cuando llegó a ser la principal exportadora de vino a América. Imaginen. La comarca de la Sierra Morena de Sevilla es cuna y origen de vinos de personalidad única. Su altitud, su clima y su suelo hacen que en ella se cultiven vinos de acidez y dulzor característicos. Los vinos de la Sierra Morena de Sevilla nacen de una uva que aguanta temperaturas bajas en invierno y en las noches de verano. El invierno de la Sierra, a veces, trae nieve y eso supone algo singular en la crianza de estas vides.

El origen profesional de César y Noelia es la agricultura y confiesan que el campo es una de sus pasiones. César, a través del turismo rural, se ha encargado de difundir sus virtudes como un extra a su ya de por sí complicada tarea diaria. Fruto de la casualidad, en ese proceso de seguir creciendo profesionalmente, una bodega se les cruzó en el camino y decidieron no mirar para otro lado y comenzar, juntos, a caminar entre viñas, lo que implicaba un proceso de formación que comenzaron en Jerez y Cabra sobre poda y elaboración, y que siguen al corriente de todas las novedades que vayan apareciendo en el sector. Pobre de aquel que crea que ya lo sabe todo.

Parece que, iniciando este camino, estaban saldando una deuda histórica que tenían con sus padres, emigrantes de la Sierra Norte, y sus abuelos quienes inculcaron el amor y el respeto por la tierra. Así comienza un humilde proyecto familiar con esta finca, ubicada en Alanís, a 710 m. de altitud con pendientes del 15%, que consta de 6 hectáreas donde conviven en armonía el olivar y cinco variedades de uvas: Tempranillo, Merlot, Cabernet, Garnacha y Macabeo. La bodega está en la misma finca y, desde la recogida hasta el prensado, no transcurre más de una hora. No trabajan con levaduras, salvo las naturales, para la propia fermentación, con sus ventajas e inconvenientes, e insisten en una mínima intervención en todo el proceso dando todo el protagonismo al fruto bajo la teoría de que "el vino se hace en el campo". Para finalizar, el vino permanecerá una temporada en barricas de roble húngaro buscando redondearlo, pero sin un excesivo protagonismo de la madera.

En noviembre de 2.022 ve la luz su mosto. Un tipo de vino muy joven que goza de gran popularidad en la zona y donde ellos comienzan a evaluar si el camino que están trazando es el correcto. Como novedad, aunque también se ofrecía en formato de 2 litros, típico en la comarca, lo embotellaron en vidrio de 75 cl. para darle mayor prestancia al pequeño de la familia. De color rosado y elaborado de forma artesanal como lo hacían sus mayores, el objetivo era obtener un vino de máxima calidad, antesala de lo que vendría más tarde. Algo así como "si les gusta el mosto, verán cuando lo 'eduquemos' en madera".

A finales de mayo de 2.023 sacan su segundo vino: "Solana de la Bernarda - Blanco sobre lías". Vino blanco elaborado con uvas Macabeo con crianza durante 6 meses sobre sus lías. De color amarillo brillante y ribete verdoso. Un vino seco, con aromas frutales y florales. Potente, amplio, untuoso, final frutoso y largo en boca. Un blanco de carácter que les invito a "echar a pelear" con platos potentes y especiados. Yo lo he hecho.

En septiembre de 2.023, en el marco de las XVIII Jornadas Medievales de la Sierra Morena de Sevilla, presentan su tercer vino: "Solana de la Bernarda – Garnacha y Tempranillo". Vino tinto coupage de uva Garnacha y Tempranillo, elaborado de forma artesanal por la familia. Fermentado con levaduras salvajes que provienen del propio viñedo de forma natural. Después de unos meses de roble, pasa tres más en botella para redondear un vino de color cereza picota de capa alta. Con aromas complejos, en boca obtenemos un balance perfecto entre las dos variedades. Muy agradable y equilibrado, ideal para cualquier ocasión. Una opción perfecta para el copeo.

Coincidiendo con el Día de la Inmaculada de 2.023, aparece su segundo vino tinto "Solana de la Bernarda - Tempranillo, Merlot y Cabernet". Elaborado de forma artesanal y fermentado, como el anterior, con levaduras salvajes que provienen del viñedo de forma natural. Coupage de tres variedades, perfectamente ensambladas durante 9 meses en roble. De color rubí brillante aromas a fruta negra madura y compota, matices de vainilla. En boca buena acidez natural y tanino bien integrado. Mineral, con clara influencia del terruño que, al fin y al cabo es lo que se pretende. Un vino serio y elegante.

Y, por último, en la GANATUR 2024 celebrado en Constantina, pueblo vecino a Alanís, se presenta "Solana de la Bernarda - Rosado". Elaborado de forma artesanal con las variedades de uva Tempranillo, Garnacha y Macabeo. Fermentado con levaduras autóctonas. De color salmón, brillante y elegante. Explosión de flores y frutas, con toques cítricos. En boca, buena acidez natural, fresco y persistente. Muy agradable y equilibrado. Permítanme la expresión: "Un vino para todos los públicos".

Mosto, vino blanco, vinos tintos y el rosado son los resultados de la pasión de esta pareja por su tierra, por el entorno y por el vino, queriendo transmitir con él la singularidad del terruño: altura, clima y suelo de su viñedo para, a partir de una uva única, de gran calidad, elaborar vinos originales, con identidad propia, que potencien al máximo las virtudes organolépticas de la Sierra Morena sevillana.

Larga vida a los proyectos donde la pasión y la familia sean los protagonistas.

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