Haro alumbra al mundo del vino

La Cata del Barrio de la Estación 2024, aparte de un éxito rotundo, ha supuesto una extensa liberación de esa emoción díscola que es la envidia.

Lunes 17 de Junio de 2024

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Fotos y texto de Alfredo Selas

La Cata del Barrio de la Estación 2024, aparte de un éxito rotundo, ha supuesto una extensa liberación de esa emoción díscola que es la envidia. Envidia sana de todo el mundo vinícola amante del vino, de cada persona que no ha podido asistir (todas las entradas se agotaron nada más ponerse a la venta) y disfrutar lo que ya se ha convertido en un hito, en luminosa referencia (recordemos aquella frase histórica que decían los viajeros: "Ya estamos en Haro, que se ven las luces" al vislumbrar Haro en la noche. La villa experimentó un auge enorme en la segunda mitad del siglo XIX cuando las viñas de Burdeos y otras zonas de la Francia vitícola fueron arrasadas por la filoxera: bodegueros franceses llegaron a Haro en busca de vino para poder seguir abasteciendo sus mercados. Vino que producían en las bodegas que fueron construyendo alrededor del apeadero de la vía del tren, que a la sazón se estaba tendiendo, y que fue el detonante para instaurar en la rioja alta el comercio continuo de vino hacia Francia. Los bodegueros que aquí llegaron elaboraban sus vinos según lo que luego se llamó aquí "el método bordelés". Y el resto ya es historia.

Fueron tiempos de gran prosperidad para la comarca de la rioja alta, gracias al intenso comercio generado por el vino, tanto para su consumo en el norte de España como para abastecer a los bodegueros franceses. Haro se convirtió así en una de las ciudades más prósperas de España, lo que favoreció la construcción de novedosos servicios públicos, como fue la instalación del alumbrado eléctrico en las calles.

Hay que conocer Haro y sus circunstancias. Hay que amar la rioja alta como territorio de viñedos en el extremo noroccidental de la DOC Rioja, para aprehender y gozar la grandeza de sus vinos, que salen de las bodegas del Barrio de la Estación desde finales del siglo XIX.

Es por ello que nos felicitamos cuando ¡por fin! hace unos años, se alinearon las estrellas (pensantes) que dirigen esas bodegas y decidieron unirse para alumbrar al mundo de la Cultura del Vino, con un regalo impensado: "La Cata del Barrio de la Estación".

¡Ahí es nada! En el mismo lugar y en un mismo día se tiene acceso a degustar vinos y visitar estas bodegas: CVNE, 1879. Gómez Cruzado, 1886. La Rioja Alta, 1890. Bilbaínas, 1901. Muga, 1932. Roda,1987. Bodegas que comparten un espacio único en el concierto del vino y del enoturismo internacional. Poder catar los vinos de esas marcas -míticas ya- para toda aquella persona que se precie de conocer vinos de calidad a nivel mundial... es una oportunidad que supera las expectativas creadas al recibir impactos sensoriales que sustraen las entendederas y enchufan al gusto de vivir, para simplemente generar estados luminosos que transmutan sus fantasías en estados de lucidez, en los cuales sienten que el protagonismo es de los vinos de las bodegas de ese espacio único en el mundo del vino, por supuesto, pero en realidad lo que sienten, lo que hacen es compartir ese protagonismo.

El pasado 15 de Junio se celebró la edición 2024, superando con creces el éxito rotundo que tuvieron las anteriores convocatorias, desde la primera de 2015. En un día perfecto, los Riscos de Bilibio y el Toloño presidieron (con cielos limpios que destilaban finas filigranas de luz limpia y brillante, similar a los destellos de los vinos blancos en las copas, fantásticas por otra parte) vivir una cata irrepetible; las afortunadas personas que tuvieron la oportunidad de disfrutar de vinos de alta calidad, degustaron así mismo un menú itinerante de tres aperitivos, cinco platillos de afamados restauradores del entorno y dos postres.

El evento resultó un acontecimiento singular, genuino y elegante; probablemente de lo mejor que se ofrece hoy en día en el concierto mundial del vino y del enoturismo. Todo un paseo no imaginado por los mortales que transitamos a oscuras; viaje irrepetible por las viñas y sus vinos maravillosos; con diferentes actividades y música en los distintos ambientes de cada bodega y las distintas sinfonías de sus paisajes sensoriales. La propuesta, un juego de alquimia perfectamente orquestado, de recreación a base de vinos hermanos que son criados al amparo de los calaos y fusionados en la magia del roble... de alguna manera se antoja una suerte de viaje con destellos interestelares, anterior a la llegada de la luz eléctrica a Haro antes que al resto de España. Lo que se pretendía era lograr la conjunción de un todo armonioso llamado vino cuando cada una de sus partes, cada uno de sus vinos, en sí mismos son la esencia de la piedra filosofal buscada que es una experiencia estática: se podía ver en el rostro de las personas deambulando, compartiendo con la copa entre la mano sencillos momentos de éxtasis.

Transcurrida la cata de los vinos, las propuestas culinarias y la alegría compartida en grupos y en parejas, llegadas de todas partes del mundo, la emoción predominante se podía palpar que era felicidad, feliz magnificencia: cada uno de los vinos de las bodegas que comparten ese espacio mágico son puras delicias; y el derroche de arte y ensamblaje de vinos únicos que se combinan para -a través de la evolución en barricas primero y en botellas después- lograr esos perfiles finales inconfundibles... son retos intelectuales que, en su efímera degustación, encandilan por igual los paladares más exquisitos y los que no se andan con tantas historias.

Pero la historia queda escrita cada cosecha. Esperemos que, en cada vendimia por venir, las bodegas del Barrio de la Estación de Haro sigan floreciendo en sus trabajos de elaboración, y alumbrando al mundo con sus vinos inveterados que yo llamo "de las tres efes" Finura. Frescura. Flavour.

Aparte de otras formas más explosivas de felicidad, esta, bien puedes encontrarla en el Barrio de la Estación durante todo un día de Junio, disfrutando unas copas de vinos compartidos en momentos de gozo en sus armonías de luz y color, de aromas sugerentes y de sabores emocionantes que armonizan e impregnan esa sed y hambre de vivir y gozar. Suerte que he sido una de esas personas afortunadas ¡pena que Juana no ha podido unirse a la fiesta!

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